La Masonería al descubierto

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EL VERDADERO SECRETO MASÓNICO
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por Horacio Velmont
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Según el Diccionario de la Real Academia, en una de sus acepciones, la palabra “secreto” significa “lo que cuidadosamente se tiene reservado y oculto”. La pregunta es, entonces, por qué razón la Masonería mantiene cuidadosamente reservado y oculto su secreto, si es que lo hay.
Se podría decir, válidamente, que la Masonería no tiene ningún secreto y que es solo un ardid para mantener interesado a los adeptos a continuar escalando grados en la organización (y entregando dinero, por supuesto). Esto seguramente es uno de los propósitos, pero no es la verdadera razón.
Veamos lo que se ha dicho del famoso secreto de la Masonería (por favor, no se lo crea porque es solo para engatusarlo):
 
En qué consiste el secreto masónico *
Para efectos de este trazado, hemos de distinguir la “discreción” del “secreto” propio de la doctrina masónica. 
La discreción se refiere al sigilo que los masones debemos guardar respecto de las cosas formales de la Orden, por ejemplo los asuntos tratados en Logia y sus métodos de reconocimiento, sus ceremonias y otras cuestiones de forma, no de fondo. 
El secreto, en cambio, está en dirección de las enseñanzas y de los hallazgos de vida interior que el adepto va descubriendo por sí mismo durante el proceso de su desbastamiento personal mediante el trabajo iniciático. 
En efecto, la disciplina de no revelar las confesiones y comunicaciones que la Orden considera como íntimas es, en realidad, una prueba de discreción que atesora la buena fe de los adeptos, así como su disposición a desarrollar, en sí mismos, una habilidad iniciática y espiritual. 
De sobra hemos sostenido y aceptado que al mundo profano nada tiene que ocultarle la Masonería, puesto que ningún asunto tratado en las Logias es contrario ni al orden moral y jurídico, ni tampoco a la estabilidad social y política del Estado. 
En consecuencia, el estatus del secreto masónico nada tiene que ver con revelaciones extraordinarias o fantásticas de las que el mundo profano, e incluso el masónico, pudieran sorprenderse. 
Si este fuera el verdadero sentido del secreto masónico, entonces todos nos moriríamos de risa, y nos veríamos en extremo ridículos e infantiles si con gran acuciosidad asumiéramos que esa fuera la naturaleza primigenia y fundamental del susodicho secreto masónico. 
¡Imaginémonos cómo nos veríamos los masones hoy en día, si pensáramos que los profanos no saben cómo nos saludamos o qué palabritas nos decimos para reconocernos! ¡Vaya ingenuidad! 
En este caso estaríamos no muy lejos del secreto que obligadamente guardan los socios de las sociedades mercantiles respecto de sus asuntos internos, los bancos, los ejércitos, los médicos y los psicoanalistas respecto de sus pacientes o los sacerdotes respecto de la confesión, o incluso los gobiernos respecto de los secretos de Estado. 
Este tipo de confidencias nada tiene que ver con la naturaleza del secreto masónico y si así fuera, entonces seríamos verdaderamente ridículos en vanagloriarnos del tal secreto. 
El secreto masónico tiene relación con la naturaleza iniciática del adepto. Ciertamente es la Ceremonia de Iniciación el primer paso a su develo, pero éste solo representa un protocolo de admisión. 
La verdadera iniciación constituye un desarrollo progresivo que procede de dentro del individuo y que avanza hacia fuera de él, tal y como sucede con la transformación de una semilla o de un germen en una planta u organismo completo, que potencialmente existía en aquéllos de manera latente. 
La Iniciación masónica supone un proceso de crecimiento espiritual del sujeto, un progreso que le permite transformar radicalmente su sentido de la vida y su percepción de la realidad, y la razón de esto es que en los rituales y ceremonias masónicas yacen ocultas las fuerzas relacionadas con el desarrollo de los aspectos divinos del hombre si y solo si el propio sujeto logra percibirlas. 
Cuando el recipiendario del ceremonial iniciático modifica su percepción de la realidad, cuando esto ocurre, es decir, cuando la venda que le cubre sus ojos cae permitiéndole ver la Luz, entonces el iniciado es ya otro hombre, un hombre “renacido” dotado ahora de cualidades que le corresponderá a él ir desarrollando hasta alcanzar la verdadera iniciación. 
Tal desarrollo espiritual es iniciático por método y por naturaleza, ya que ocurre ocultamente en el interior del individuo. Es entonces cuando el masón se hace efectivamente poderoso, pues ha logrado el poder de dominarse a sí mismo, entendiendo que el poder masónico no es para dominar a los demás. 
De esta manera, la Orden Masónica se propone, realmente, buscar y poner en evidencia la latente y potencial perfección espiritual del ser humano, y considera que tal perfección se halla en su interior como semilla, esperando un proceso de afloración y desarrollo. 
En este sentido, el verdadero secreto de la masonería no tiene nada que ver con la forma, sino con el fondo, y están ciertamente ocultos en sus símbolos, ritos y ceremonias, signos, tocamientos y palabras, marchas y baterías, que no pueden ser revelados ni por los mismos masones ni por los libros, ni de boca a oído, y no por causa de un juramento fatal, sino simple y llanamente por la naturaleza misma del secreto. 
Los secretos masónicos se hallan dentro de los símbolos; es decir, la existencia material de éstos no es, en sí misma, ningún secreto, pero sí lo es el significado que tiene para cada uno, y más aún, el efecto transformador que opera en la personalidad del iniciado. 
¡He ahí el asunto! Por lo tanto, las verdades masónicas son esotéricas porque se hallan ocultas para el profano que carece de ojos para ver, y sólo se revelan a quienes con hábil y atrevida mano saben buscarlas. 
Por esta razón, los secretos de la Masonería no pueden ser conocidos más que por la experiencia propia de los masones y esta experiencia les conduce a vivencias en los mundos superiores; es decir, más allá del cuerpo físico del hombre. 
En conclusión, los verdaderos secretos masónicos se adquieren por experiencia vivencial e íntima; en cambio, los “secretitos”, que tanto ocupan a los masones formalistas se adquieren leyendo, viendo o repitiendo como loros lo que otros dicen. 
Deducimos entonces que el secreto de la Masonería es el secreto de la realización humana, y esta es necesariamente una realización holística. 
Por lo tanto, el secreto masónico nada tiene que ver ni con conspiraciones ni con ingenuidades y menudencias infantiles, y si esto fuese cierto, entonces serían “secretitos” y no secretos. 
El secreto masónico se relaciona, en cambio, con una filosofía de formación humana muy profunda y esencialmente espiritual.
 
Si éste fuera realmente el secreto masónico, entonces la Masonería sería algo muy loable, pero lamentablemente esta organización oculta otra cosa, tan deleznable que la mente humana apenas si puede concebir y menos aún aceptar. 
El famoso “Jack del Destripador”, por ejemplo, era masón y los cortes que le hizo a sus víctimas eran ritos satánicos propios de la Masonería. Además, la precisión quirúrgica de esos cortes delató precisamente a un cirujano. Me refiero al médico de la reina Victoria, es decir, a William W. Gull.
Quienes están pensando en los masones como asesinos seriales sedientos de sangre se equivocan de cabo a rabo. Hay algo mucho más siniestro en los rituales sangrientos masónicos, e incluso más difícil de creer.
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Para comprender estos rituales hay que remontarse a la época de Moisés. ¿Por qué Jehová (o Yahvé) exigía a Moisés sacrificios de sangre?

Desde tiempos inmemoriales todos los pueblos han realizado sacrificios humanos a sus dioses para obtener sus beneficios. Y no solo el sacrificio en sí sino que han bebido la sangre de sus víctimas y comido sus vísceras.
Jehová era uno de los “dioses”, es decir, un Hombre Primordial, originario del Paraíso o Jardín del Edén (ubicado en la Tierra Hueca) que fue presa del ego y que necesitaba, como consecuencia de su degradación, de la sangre y el sufrimiento de otros como factor de supervivencia. La sangre contiene la energía de la fuerza vital que èl y otros seres como él necesitan para sobrevivir.
Estos antiguos rituales han sido conservados estrictamente y hoy las élites dirigentes están haciendo sacrificios humanos y bebiendo sangre al igual que lo hicieron en el mundo antiguo.

El satanista más famoso del mundo, Aleister Crowley, que también era masón, propugnaba el sacrificio humano y confesó sacrificar incluso a niños.

En su libro de 1929, “Magia en teoría y práctica”, explica las razones para la muerte ritual y por qué los niños pequeños son las mejores víctimas: “Era la teoría de los magos antiguos que cualquier ser viviente era un almacén de energía que variaba en cantidad de acuerdo con el tamaño y la salud del animal, y en calidad de acuerdo con su calidad mental y moral. En la muerte de este animal esta energía es liberada repentinamente. Para el trabajo espiritual más alto uno debe en consecuencia escoger a esa víctima que contiene la fuerza mayor y más pura. Un niño varón de perfecta inocencia y alta inteligencia es la víctima más satisfactoria y apropiada”.
Crowley añade una nota al pie de página señalando que de acuerdo con los registros del satanista Frater Perurabo, él llevó a cabo justo tal sacrificio 150 veces todos los años entre 1912 y 1928. Es decir que este único hombre sacrificó a más de 2500 niños jóvenes ritualmente en ese período.
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Pero en los sacrificios humanos hay algo todavía más tenebroso, y es que ellos se hacen de modo que la víctima sufra lo más posible para absorbler la emoción que surge del dolor. ¿Difícil de creer, no?
La expuesta es solo una parte de la verdad, porque falta responder a la pregunta respecto a quiénes son esos “dioses” a los cuales los masones les rinden culto y les ofrecen sacrificios humanos  para obtener de ellos sus beneficios. Es decir, en otras palabras y hablando populachamente, quiénes son esos seres con los cuales los masones –y todos los que hacen sacrificios humanos, ya que no solo la Masonería está involucrada– hacen un “toma y daca” **.
Este tema es sumamente complejo y explicarlo requeriría extendernos demasiado y no es el propósito de esta nota, que solo pretende alejar toda idea de que la Masonería es una organización espiritual y solidaria que persigue el bien de la humanidad. Ésta es únicamente la fachada. Y por supuesto solo para los grados inferiores, que nunca van a imaginar la horripilante verdad.
Para quienes quieran profundizar en esta tenebrosa cuestión, y tengan la suficiente entereza como para confrontar la terrible verdad, que puede resumirse en la respuesta a esta pregunta: “¿Quiénes nos utilizan como alimento?”, al pie indicamos algunos links reveladores.
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* Extraído de: 
http://losarquitectos.blogspot.com.ar/2007/01/en-qu-consiste-el-secreto-masnico.html
** Toma y daca. Se usa cuando hay intercambio simultáneo de cosas o servicios o cuando se hace un favor, esperando la reciprocidad inmediata.
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LECTURAS COMPLEMENTARIAS
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