PONIENDO LOS PUNTOS SOBRE LAS ÍES
Horacio Velmont
Así es, querido Watson, la única responsable de la grieta entre los heterosexuales y los homosexuales es la Psiquiatría, que aún sigue ignorando el verdadero origen de las enfermedades mentales y por supuesto su curación.
«Ahora despertarás. y cuando me toque la nariz creerás que eres una mujer y pedirás un lápiz labial, y cuando me toque la oreja izquierda creerás que eres un perro y te pondrás a ladrar, y cuando me toque la oreja derecha creerás que eres un espía y que te están buscando para matarte»…
Cualquier trastorno mental enlistado por la Psiquiatría puede implantarse mediante la hipnosis. Y esta es la respuesta al origen de todas las enfermedades mentales, incluso la homosexualidad y todas las desviaciones del sexo.
LAS BUENAS NOTICIAS
¿Qué parte de “LA HOMOSEXUALIDAD ES UNA ENFERMEDAD MENTAL” no entiendes?
El “orgullo gay” en el banquillo
La verdad oculta en el “orgullo gay”
El extraño caso de Tom Peters, el primer hombre “transespecie”
El extraño caso de las personas que se creen animales
El extraño caso de las “Ponygirls”
El extraño caso de Karen, que pasó de hombre a mujer y ahora quiere ser caballo
Nada puede ser más auspicioso para los gays, las lesbianas, los bisexuales, los travestis, los transgénero, los transespecie e incluso los quer, que el descubrimiento del origen de las desviaciones de la sexualidad.
Este descubrimiento es una buena noticia porque reveló que todas las desviaciones de la sexualidad son un trastorno mental cuyo origen no solo puede ser detectado sino también eliminado, con la consecuencia de que el hombre o la mujer ya no buscará tener sexo con los de su mismo género, ni tampoco querrá tener, indistintamente, sexo con cualquiera de los dos géneros, ni le interesará vestirse con ropas del sexo opuesto, ni tampoco amputarse el pene para sustituirlo por una vagina, ni menos aún que lo saquen a pasear como el animal que cree ser.
Desde ya, tampoco sentirá que no pertenece a ningún genero sino solo al del nacimiento, es decir, hombre o mujer.
La Ciencia de la Mente Ilustrada (Parte I)
(libro completo: al pie se incluye el link para acceder a la parte siguiente)
Si alguno de los que está leyendo esta nota piensa que se trata de un descubrimiento reciente, pues se equivoca, porque data de mucho más de medio siglo, pues Ronald Hubbard lo dio a conocer en 1950, primera edición del libro «Dianética, la ciencia moderna de la salud mental».
Dejo al inteligente lector para que evalúe las razones por las cuales los descubrimientos de Hubbard sobre la mente, los trastornos mentales y la tecnología para devolverle la salud al hombre no se estudian en las facultades, ni siquiera para criticarlos.
Explicado en forma resumida, Hubbard descubrió que todos los seres vivos tienen una segunda mente, llamada reactiva porque no razona sino que reacciona. Se trata de un mecanismo de supervivencia que no graba recuerdos sino engramas (órdenes hipnóticas), que al restimularse provocan todos los trastornos mentales.
Antes no se sabía que una persona inconsciente solo estaba inconsciente analíticamente porque había otra mente que grababa todo lo que sucedía en este momento de No supervivencia: si en el futuro apareciera una situación de similar peligro impulsaría al organismo a huir. Esa era su función, salvar al organismo de un peligro real… o imaginario.
Veamos ahora un ejemplo que pueda servir para todo los casos. Imaginemos un hombre que está anestesiado en la mesa de operaciones para una cirugía. Están presentes, pues, la inconsciencia y el dolor. El dolor es el que hace más compulsivo el engrama, es decir, la orden hipnótica.
Si uno de los cirujanos le reprocha a su colega diciéndole: «Eres una animal, te comportas como un animal y lo único que te falta es ladrar como un perro». No importa el sentido que le quiso dar a sus palabras, si lo dijo en serio o en broma, porque la mente reactiva del paciente grabó esas palabras como una orden hipnótica, tal como si lo hubiera hecho un hipnotizador aplicando dolor.
Recuérdese que esta peculiaridad de la mente ha sido lamentablemente aprovechada por ciertos gobiernos para programar asesinos.
«¡Guau, guau, guau!»
Si este paciente tiene en su hogar una esposa con el mismo color de cabello o la voz parecida a la de la enfermera que colaboró con los cirujanos, esa orden hipnótica se restimulará en forma crónica.
Pero veamos otro caso. Utilizamos el quirófano porque es el mejor ejemplo para el implante de engramas (órdenes hipnóticas), ya que hay inconsciencia analítica y dolor.
Supongamos que la enfermera, que es fuertemente heterosexual, dice: «Yo jamás tendría sexo con una mujer, me moriría si lo hiciera, decididamente prefiero los hombres porque me dan más placer». Pues bien, este paciente tendrá implantada la orden hipnótica de que tener sexo con mujeres es igual a muerte y que es más placentero el sexo con hombres. Ya uno se puede imaginar lo que sucederá si en el futuro esa orden se restimula.
Estos ejemplos, obviamente, son muy simples con el objeto de que se entienda fácilmente cómo se producen las desviaciones del género, pero en el fondo todo es más complejo porque la mente reactiva actúa sobre el patrón A igual A igual A igual A, es decir cada cosa es igual a cualquier otra cosa.
Incluso la simple expresión «hazlo ya» puede conducir a una persona a recluirse en un convento, asaltar un banco o hacer equilibrio parándose solo con el dedo índice.
La mente reactiva es un mecanismo que no razona, es decir, no evalúa la situación antes de operar, porque cualquier evaluación implica tiempo y en el interín el organismo puede perecer.
El ejemplo clásico es el de una persona que va caminando tranquilamente y de pronto suena una bocina detrás. De inmediato pegará un salto, aunque después compruebe que se trataba de un triciclo. Si su mente reactiva hubiera evaluado la situación antes de saltar, en el caso de un automóvil hubiera sido atropellado.
Hemos titulado esta primera parte de la nota como Buenas Noticias, y lo son porque ahora sabemos con certeza que no existe un tercer sexo, y que no existen más sexos que los del nacimiento -hombre o mujer-, y que cualquier creencia fuera de esto es un arbitrario que puede ser detectado y eliminado, con lo que la persona volverá a su heterosexualidad inherente.
Sabiendo todos que una persona que se siente como perteneciendo al sexo opuesto o a algún animal simplemente tiene una orden hipnótica que alguien le implantó en un momento de inconsciencia, se acabarán definitivamente las discriminaciones, porque ¿quién será tan necio como para criticar a alguien que tiene una enfermedad mental? Nadie puede tirar la primera piedra y decir que «yo carezco de enfemedades mentales».
LAS MALAS NOTICIAS
También hemos titulado que hay malas noticias y como ya hemos escrito al respecto simplemente transcribiremos el texto, que sugerimos leer porque es muy ilustrativo de por qué ellas también existen.
¿Quieres saber por qué los homosexuales no quieren curarse? ¡Pregúntame!
LA HOMOSEXUALIDAD Y SU RELACIÓN CON LA SUPERVIVENCIA
En realidad, cuando decimos que los homosexuales (gays, lesbianas, bisexuales, transgénero, etc.) no quieren curarse nos estamos refiriendo a la inmensa mayoría, ya que hay que dejar aparte algunos pocos que buscan desprenderse de esos impulsos que los dirigen a la búsqueda del sexo con personas del mismo género.
La prueba fehaciente de que no quieren curarse la vemos en las marchas multitudinarias en las que los homosexuales pregonan el “orgullo gay”, partiendo de la base de que forman parte de un “tercer sexo”, y que por ello deben ser tan reconocidos como lo son los heterosexuales.
Si fuera cierto que existe un tercer sexo, por lo tanto, mal haríamos en criticar el hecho de que los homosexuales salgan a la calle a reclamar sus derechos. ¿Pero realmente existe un tercer sexo o solo se trata de un trastorno mental que puede ser revertido?
Aclaremos, entonces, en primer lugar, si el tal mentado “tercer sexo” existe y cuáles son las bases científicas en que se apoyan aquellos que niegan su existencia.
http://sobreideologiadegenero.blogspot.com/2017/06/no-existe-el-tercer-sexo.html
Desde el punto de vista científico está probado categóricamente que no existe tal cosa como el tercer sexo, sino dos únicos sexos: varón y mujer. Solo la ignorancia de la verdad puede haber dado lugar a la disparatada teoría de la existencia de un “tercer sexo”.
Y el transexual, término que introduce en la Medicina el endocrinólogo norteamericano Harry Benjamin, se refiere a pacientes con patologías congénitas, pero no a la existencia de un tercer sexo. De hecho, Benjamin consideraba que la persona de sexo ambiguo debía ser tratada y corregida de acuerdo con la identidad de género predominante: o varón o mujer.
Pero con el tiempo, el término médico ha ido distorsionándose en manos de los colectivos LGTB hasta adquirir un significado social, cultural y político que poco o nada tiene que ver con aquellos casos patológicos, por otro lado sumamente excepcionales como acredita la literatura médica.
Resumamos en diez puntos lo que la ciencia dice al respecto.
1) Las personas nacen varones y mujeres, no hay término medio. Lo primero que constata la Medicina (a través de la genética, urología, ginecología, pediatría) es que las personas nacen o varones o mujeres, no existe término medio.
Y la razón es, como lo afirma el Colegio Americano de Pediatras, porque “la sexualidad humana es un rasgo biológico objetivo binario (…) La norma del diseño humano es ser concebido como hombre o como mujer”. Y es binaria por definición porque su finalidad más elemental no es otra que la reproducción y crecimiento de la especie. Un principio evidente por sí mismo.
2) No nacen niños con vulva y niñas con pene. Los primeros nacen con los atributos sexuales masculinos y las segundas con los femeninos. Así lo certifican la urología, la ginecología y la pediatría.
Otra cosa es que posteriormente se operen los genitales, pero es científicamente inexacto decir que nacen niños con vulva y niñas con pene. Dicha operación no transforma al sexo biológico con el que se nace en el opuesto. El que nació hombre sigue siendo hombre y la que nació mujer sigue siendo mujer.
La identidad sexual es un hecho objetivo enraizado en la naturaleza específica de la persona, que abarca mucho más que los genitales
3) Operarse no equivale a cambiarse de sexo. Es preciso distinguir entre sexo (que es un concepto amplísimo que abarca lo psicológico y no sólo lo hormonal) y la genitalidad. Una persona puede cambiarse los genitales pero no el sexo. Porque la identidad sexual es un hecho objetivo enraizado en la naturaleza específica de la persona, que afecta a numerosos aspectos y no solo a los niveles hormonales o genitales.
Eso significa que hay varones que se operan pero siguen siendo varones, pero sin el aparato reproductor masculino, y mujeres que se operan pero siguen siendo mujeres, pero con atributos sexuales masculinos.
4) Algunos padecen trastornos de ambigüedad genital, pero siguen siendo varones (ellos) y mujeres (ellas). Existen trastornos de ambigüedad genital o anomalías de los cromosomas sexuales.
Se trata, por ejemplo, de la feminización testicular, llamada también Síndrome de Morris o síndrome de insensibilidad de los andrógenos. Y se da la hiperplasia suprarrenal congénita, trastorno que afecta las glándulas suprarrenales, las cuales producen hormonas, como el cortisol, la aldosterona o las hormonas sexuales.
Las niñas que tienen ese trastorno podrían nacer con genitales ambiguos, es decir, que sus genitales pueden parecer más de hombre que de mujer. Pero no son de varón.
Eso no significa que en esos casos los varones carezcan de testículos y pene y las hembras de sus órganos reproductores. Cada uno tiene los órganos reproductores propios de su sexo, pero pueden ser más pequeños de la normal, estar atrofiados o estar ocultos.
Y además son estadísticamente poco relevantes. Se trata de desviaciones de la norma sexual binaria, raros e infrecuentes: Pueden llegar a un caso de cada 99.000
Este tipo de trastornos son muy raros y aislados, como se puede comprobar en el catálogo de trastornos genéticos de Omin (Online Mendelian Inheritance in Man).
Se trata de desviaciones (término médico sin connotaciones despectivas) de la norma sexual binaria, como quien nace con malformaciones congénitas. Pero numéricamente son muy excepcionales. Tanto que son estadísticamente poco relevantes (desde 1 caso por cada 1000 hasta 1 de cada 99.000).
Así, entre las anomalías de los cromosomas sexuales, como por ejemplo el síndrome de kinefelter 48, XXXY (infertilidad y testículos atróficos) la incidencia es de 1 por cada 25.000 varones; o el hermafrodistimo verdadero (es decir que son cromosómicamente mujeres pero fenotípìcamente varones) la incidencia es de 1 por cada 20.000.
En el caso de las mujeres, tenemos el síndrome de Swyer, una disgénesis gonadal por la que no llegan a desarrollar características femeninas secundarias, y la incidencia es de una cada 20.000.
Y respecto a la mencionada feminización testicular, anomalía en los genes que intervienen en el desarrollo sexual, la incidencia llega, según algunos autores, a 1 por cada 99.000 varones.
Otras anomalías son tan excepcionales que los rarísimos casos que se han dado no son suficientes para elaborar estadísticas: como el pseudohermafroditismo masculino (técnicamente hipospadia seudovaginal perineoscrotal) o la hipoplasia de las células de Leydig.
6) Las intervenciones quirúrgicas en los casos de ambigüedad sexual no son para cambiar de sexo, sino confirmar el sexo dominante. No es lo mismo operarse porque alguien dice que se siente varón en cuerpo de mujer o viceversa (es decir, no por problema físico sino psicológico) que operarse para reconducir una sexualidad ambigua.
Es el caso de quienes nacen con hiperplasia adrenal congénita (una variante de la cual es el síndrome de insensibilidad andrógena), los que sufren mosaicismo, quimerismo u otra causa congénita de identidad sexual mixta.
En estos casos la cirugía sirve para confirmar a una persona en el sexo “dominante” y, por lo tanto, para corregir una condición patológica. En puridad, eso no sería cambiar de sexo sino más bien confirmar lo que era originariamente ambiguo.
7) La disforia de género es otra cosa: es un problema psicológico, no físico. Es cierto que determinadas personas dicen identificarse con el otro sexo, pero ese no es un problema genético o físico, sino psicológico.
De hecho, siguen siendo varones y mujeres, porque nadie nace con un género, sino con un sexo biológico. El género (la conciencia y sentimiento de uno mismo como hombre o mujer) es un concepto sociológico y psicológico, no un concepto biológico objetivo.
En esos casos se puede hablar de disforia de género. Un trastorno psicológico recogido en el Manual de Diagnósticos y Estadísticas de la Asociación Americana de Psiquiatría. Pero ellos tienen pene y ellas vagina. Y su problema no se soluciona sometiéndose a tratamiento hormonal o pasando por el quirófano.
En unas declaraciones a Actuall, el catedrático de Genética, Nicolás Jouvé, señalaba que tal cosa “supone un abuso total”, pues lo que hacen “las campañas de la Ideología de Género es tomar casos patológicos y además sumamente raros, para justificar la idea de que se puede elegir el sexo a voluntad, y para manipular a los menores y a los padres”.
8) Es un grave error hormonar a adolescentes que dicen ser transgénero. Ese tipo de trastornos de disforia o de confusión de la sexualidad son transitorios y pueden remitir en la edad adulta, por lo que resulta contraproducente hormonar a púberes o adolescentes insatisfechos con su género.
La inmensa mayoría de niños y niñas que durante la infancia confunden su género, terminan aceptando su sexo biológico una vez pasada la pubertad. Hablamos del 98% de los varones y del 86% de las mujeres. Así lo subraya el Colegio Americano de Pediatras.
Resulta, por lo tanto, contraproducente someter a adolescentes a operación de cambio de sexo o la administración de hormonas sexuales como la testosterona y los estrógenos del sexo opuesto, porque la confusión de género de la infancia se suele corregir después de la adolescencia.
No se les impone una dieta de reducción de peso a quienes tienen una percepción irreal de sí mismos, como los anoréxicos
Como subrayaba el profesor Richard B. Corradi, en un trabajo publicado en The Federalist, es contraproducente hormonar a esos adolescentes o someterles a cambio de sexo, del mismo modo que no se les impone una dieta de reducción de peso a quienes tienen una percepción irreal de sí mismos, como las que se creen obesas. Y de hecho, se diagnostica la anorexia como un trastorno psiquiátrico y se la trata apropiadamente con psicoterapia.
Y aún es más grave someter a estos tratamientos a niños preadolescentes cuyo pensamiento prelógico difumina los límites entre la fantasía y la realidad.
9) El apoyo de los poderes públicos a la transexualidad equivale al “abuso infantil”. Así de tajante se expresa la doctora Michelle Cretella, presidenta del Colegio Americano de pediatras.
Estas son sus palabras: “Cuando las instituciones académicas, médicas y otras de carácter público promocionan la toma de hormonas tóxicas y la extirpación quirúrgica de partes del cuerpo sanas como parte de la asistencia sanitaria para los niños acaban involucrados en el abuso infantil institucionalizado”.
El Colegio Americano de Pediatras publicó en marzo de 2016 una declaración que desacredita la ideología de género y recoge los datos científicos y médicos que muestran que transgenerar a los menores “daña a los niños”.
https://www.razonmasfe.com/actualidad/walt-heyer-ex-transexual-estan-fabricando-ninos-trans/
10) Alentar el cambio de sexo puede abocar a los menores a un destino con graves riesgos de salud. Es importante que los padres sepan que las tasas de suicidio son veinte veces mayores en los adultos que usan hormonas del sexo opuesto y/o se someten a una cirugía de cambio de sexo.
De forma que alentar el cambio de sexo en menores equivale a abocarles a un futuro con graves riesgos para su salud. Así lo advierte el Colegio Americano de Pediatras: muchos niños elegirán una vida “llena de hormonas cancerígenas y de productos químicos tóxicos nada recomendables para la salud”; y muchos de ellos “elegirán la mutilación quirúrgica, innecesaria, de partes de su cuerpo perfectamente sanas en su juventud.
Sentado el hecho de que el tercer sexo no existe, lo que cabe a renglón seguido es señalar cuál es el origen de la homosexualidad y de todas las desviaciones sexuales.
Aquí tenemos que acudir a los descubrimientos de Ronald Hubbard sobre la mente difundidos en 1950 (fecha de la primera edición) en su libro “Dianética, la ciencia moderna de la salud mental”.
Hubbard, experimentando con el hipnotismo, descubrió que no era necesario la presencia de un hipnotizador para implantar en las personas órdenes hipnóticas, porque bastaba que alguien cayera en la inconsciencia -total o incluso parcial-, para que su organismo grabara automáticamente, a nivel celular, dichas órdenes.
Si esas órdenes encontraban más tarde los restimuladores propicios, podían producir fácilmente todos los trastornos enlistados por la Psiquiatría, incluso aquellos que no ha catalogado como tales, tales como la homosexualidad, la bisexualidad, el travestismo, la transexualidad, etc.
En sus experimentaciones encontró que el ser humano era básicamente bueno y solidario, contrariamente a los que hasta ese momento se creía, y además que era esencialmente heterosexual y que carecía de todos los trastornos que la Psiquiatría hace mención en sus libros.
CIRUJANOS RESPONSABLES
“No te olvides que tenemos que hacer silencio,
ya que el paciente grabará todo lo que decimos
como órdenes hipnóticas”…
Además, halló el arbitrario que los producía, es decir, las órdenes hipnóticas implantadas a nivel celular en momentos de inconciencia, total o parcial.
MADRE IRRESPONSABLE
“Eres muy malo y serás un fracasado toda tu vida”…
En otras palabras, si una persona era mala, solo había que buscar la orden hipnótica que lo hacía malo y eliminarla, con lo cual ella retornaría a su bondad inherente.
En síntesis, si sentía impulsos de tener sexo con personas de su mismo género, había que buscar la orden hipnótica correspondiente y eliminarla; si la persona sentía impulsos de vestirse con ropa perteneciente al sexo opuesto había que buscar la orden hipnótica correspondiente y eliminarla; si sentía que su identidad sexual no se correspondía con su cuerpo y quería cortarse el pene y sustituirlo por una vagina, había que buscar la orden correspondiente y eliminarla; y lo mismo en caso de cualquier otro trastorno enlistado por la Psiquiatría.
Pero la pregunta del millón, entonces, es: ¿Por qué si es tan sencillo curar la homosexualidad los homosexuales se niegan a ser curados?
La respuesta es que la mente reactiva, que es la segunda mente del ser humano (ignorada por la Psiquiatría), es un mecanismo de supervivencia y todas las grabaciones de sus archivos tienen ese valor y por tal motivo las protege.
Para que se entienda, si alguien es atacado por un perro, la grabación del incidente en la mente reactiva de la víctima opera para el futuro como factor de supervivencia, siendo obvio que si fuera fácil su eliminación, ¿qué clase de mecanismo de supervivencia sería?
Esto significa que todos los implantes hipnóticos que tengan los homosexuales en su mente reactiva poseen para esta mente valor de supervivencia y al protegerlos impide que acudan a cualquier tipo de curación. ¿Se entiende el punto?
Imaginemos que un paciente heterosexual tiene que operarse con anestesia total, y ya en la mesa de operaciones -analíticamente inconsciente pero con su mente reactiva activada y grabando todo-, uno de los cirujanos, que es gay, comenta: “nunca tendría sexo con una mujer, si lo hago moriría, por eso prefiero a los hombres”.
Pues bien, ese paciente tiene en su mente reactiva la orden hipnotica (engrama) de que tener sexo con una mujer significa muerte y que por lo tanto es mejor hacerlo con hombres.
Si más tarde encuentra en su ambiente algún restimulador, sea en su hogar (quizás su esposa es pelirroja como la enfermera), o en su trabajo (quizás su jefe tiene la voz parecida a la de uno de los cirujanos), la orden hipnótica se activará y sentirá el impulso crónico de tener sexo con personas de su mismo género y a la par sentirá aversión hacia las mujeres.
Los ejemplos expuestos han sido corroborados en miles de casos. La mente reactiva y la restimulación de los engramas son el origen de todas las aberraciones humanas, siendo la prueba más evidente el hecho de que al eliminar dichos engramas tales aberraciones desaparecen definitivamente ya que no forman parte de su naturaleza esencial.
NOTA ADICIONAL DE HORACIO VELMONT
Cabe reiterar, entonces, que el artículo que antecede podría ser objeto de debate, pero resulta que ya no solo se descubrió el arbitrario que provoca desvíos en la sexualidad, tales como la homosexualidad, el lesbianismo, el travestismo, la transexualidad, etc. , sino que tmbién la tecnología para eliminarlo.
Como estas explicaciones las hemos expuesto en muchas ocasiones, a fin de no reiterarlas aquí indicamos los links correspondientes para aquellos que quieran profundizar en el tema.
LECTURA IMPRESCINDIBLE
La Ciencia de la Mente Ilustrada (Parte I)
(libro completo: al pie se incluye el link para acceder a la parte siguiente)
LECTURA LLAMATIVA
La indignación de los transgénero por la intención de Trump de definir el género por los genitales que se tienen al nacer
https://www.bbc.com/mundo/noticias-45947928
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