¿HASTA CUANDO SOPORTAREMOS TANTA IGNORANCIA?
por Horacio Velmont
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Así es, querido Watson, llegará el día en que todos los códigos penales sancionarán severamente a quienes hablen sin necesidad ante una persona inconsciente, porque se considerará un ataque alevoso a la cordura…
Recientemente volvió otra vez el tema de los pensamientos obsesivos y por supuesto otra vez los psiquiatras a hacer gala de su ignorancia sobre cómo eliminarlos.
La Ciencia de la Mente Ilustrada (Parte I)
(libro completo: al pie se incluye el link para acceder a la parte siguiente)
Si no se conoce el mecanismo de la mente, descubierto por L. Ronald Hubbard en la década del cuarenta y dado a conocer en su libro «Dianética, la ciencia moderna de la salud mental», ningún trastorno mental puede ser solucionado.
Veamos primero el artículo publicado en la Nación el 17/2/20 escrito por Bernardo Smateas.
«Pensamientos obsesivos: cómo hacemos para ponerles un freno en nuestra mente»
No tenemos la intención de pensar, pero ellos aparecen
de pronto y, por lo general, nos producen una gran angustia.
Las obsesiones son ese tipo de pensamientos que surgen en nuestra mente de manera involuntaria. No tenemos la intención de pensar, pero ellos aparecen de pronto y, por lo general, nos producen una gran angustia porque suelen ser absurdos y tenemos la sensación de que no los podemos controlar.
Personas rígidas: cómo cultivar una mente flexible para adaptarnos a los cambios
Una persona obsesiva piensa en algo desagradable que le está sucediendo a ella misma o a un ser querido, o comienza a analizar: «Si hago esto, podría pasar aquello; pero, si no lo hago, podría pasar aquello otro también». Los pensamientos obsesivos conducen a rituales.
¿Qué es un ritual? Aquella acción que se lleva a cabo para intentar calmar la obsesión. Por ejemplo, tocar madera, acomodarse la ropa de determinada forma, chequear varias veces si cerramos las puertas o la llave de gas y cualquier otro acto que ayude a aliviar un poco ese pensamiento recurrente. El problema es que se necesitan cada vez más rituales, los cuales traerán más pensamientos obsesivos, y es ahí donde se dispara la angustia.
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Cuando existe un exceso o sobrecarga de angustia, tiene lugar el pensamiento obsesivo. Como resultado, la persona analiza, analiza y analiza todo el tiempo. Es como aquel que expresa: «Voy a pintar la habitación de tal color». Luego, dice: «Voy a cambiar el piso y también voy a modificar los picaportes de las puertas». Y después, agrega: «Este mueble lo voy a reemplazar por otro que, seguramente, va a quedar mejor». El hecho es que abrió tantas «ventanas» que quedó perdido en una multiplicidad de opciones.
Muchas personas comienzan pensando y analizando un tema, y, sin darse cuenta, abren tantas ventanas de asuntos por atender que se quedan varados en el pensamiento circular. Es decir, atascados en el pensamiento ansioso que bloquea su capacidad de acción. Como aquellos alumnos universitarios que estudian sin cesar, de día y de noche, para rendir un examen final y no son capaces de hacer un alto y decir: «Hasta acá estudié; ahora voy a rendir el examen».
Cercar espacios: una estrategia para recargar fuerzas y afrontar los momentos más difíciles
¿Qué podemos hacer cuando nos enfrentamos a pensamientos circulares en nuestra mente? Hay dos opciones:
En primer lugar, decir «basta». Podemos escribirlo en papel y colocarlo en diferentes lugares de la casa para recordar detenernos. Es uno mismo quien debe decirse «basta» y frenar este tipo de pensamiento. Necesitamos ignorar nuestra mente. No todo lo que pensamos es lo que sucederá, al igual que no todo lo que sentimos es la verdad. También podemos cambiar de posición y, por ejemplo, salir a caminar o a tomar un café. De este modo, le ponemos freno a pensamientos que no tienen significado alguno. No hay respuestas inteligentes a preguntas que no tienen sentido.
Lo segundo que podemos hacer para frenar este análisis obsesivo, que nos aleja de la acción, es preguntarnos: «¿Qué estoy sintiendo?». Y luego: «¿Qué tengo ganas de hacer?», y hacerlo dándonos un pequeño permiso. Así logramos conectar con la emoción, lo cual nos permitirá liberar toda esa tensión que se volcó en el pensamiento obsesivo.
Cuando aprendemos a observar nuestros pensamientos, sin juzgarlos, como si fueran nubes en el cielo, estos pierden poder sobre nosotros. Y, así como aparecieron, desaparecerán. Recordá: tus pensamientos son solo ideas y cualquier idea se puede cambiar. Ni vos ni yo somos lo que pensamos. Somos mucho más que eso.
Lamentablemente el artículo solo vale en cuanto a la exposición de los síntomas, pero en cuanto a la curación, menos que cero, e incluso la supuesta solución conduce a que los pensamientos obsesivos se hagan aún más poderosos.
Para aclarar de una vez por todas la cuestión, lo primero que hay que saber es que en la mente existen dos tipos de pensamientos, unos que provienen de la mente analítica o consciente (recuerdos) y otros que provienen de la mente reactiva (engramas), que es un mecanismo de supervivencia que todos los seres vivos poseen. Los engramas operan igual que las órdenes hipnóticas.
«Uno de estos días me decidiré y compraré un auto»
PENSAMIENTO ANALÍTICO
«Yo jamás me compraría un auto, son muy peligrosos»
(comentario imprudente de la persona que atiende a la víctima que provoca una grabación engrámica, es decir, una orden hipnótica, a nivel celular, que en el futuro originará pensamientos obsesivos)
«Tengo que destruir todos los autos, son muy peligrosos»
(INCENDIARIO)
Supongamos que alguien va caminando por la calle y piensa «uno de estos días me decidiré y compraré un auto» y de pronto, de una obra en construcción, cae un pesado tablón pegándole en la cabeza y lo desmaya. Rápidamente muchas personas acuden en su ayuda y mientras lo auxilian una de ellas comenta: «Yo jamás me compraría un auto, son muy peligrosos».
La víctima ahora tiene dos tipos de pensamientos: uno de comprarse un auto (análitico) y el otro de no comprarlo porque son muy peligrosos (reactivo). Es decir, uno de los pensamientos, el de comprarse un auto, surge de la mente análitica o consciente y el de no comprarlo porque son muy peligrosos, de su mente reactiva. Es más, puede concluir (reactivamente) en que lo mejor que puede hacer es dedicarse a destruirlos.
Los pensamientos analíticos o conscientes se implantan en los archivos de la mente analítica o consciente y los pensamientos reactivos en los archivos de la mente reactiva.
Los primeros, en cuanto son recuerdos, pueden ser cambiados a voluntad, pero los segundos, en cuanto son reactivos, no, porque operan como una orden hipnótica, y como tal solo pueden ser eliminados a través de la «auditación» (técnica descubierta también por Ronald Hubbard para eliminar los engramas).
Y he aquí el error imperdonable del articulista: pretender cambiar, simplemente a través de la voluntad, un pensamiento reactivo, algo que es absolutamente imposible.
El descubrimiento principal de Hubbard fue que cada vez que una persona cae en la inconsciencia, incluso parcial, al encontrarse el poder de la mente analítica reducido, entra a funcionar –inherentemente y automáticamente– una segunda mente, la mente reactiva, que es un mecanismo de supervivencia que graba, igual que el CD de una computadora, todo lo que sucede en ese momento de NO supervivencia.
Estas grabaciones son del tipo de órdenes hipnóticas, tal cual las implantaría un hipnotizador, agravadas aquí por el dolor del impacto del tablón que cayó sobre la cabeza de la víctima y la desmayó.
El dolor aumenta considerablemente el poder compulsivo del engrama-orden hipnótica, factor que ha sido aprovechado por oscuros estamentos de algunos gobiernos para programar asesinos.
La víctima, ahora con una orden hipnótica de no comprar un auto porque son peligrosos, tiene sobre sí un pensamiento obsesivo de lujo que, como tal, puede derivar en un odio irracional hacia los automóviles y llegar a buscarlos obsesivamente para destruirlos. Recuérdese que los engramas son impredecibles e irracionales y por lo tanto no son susceptibles de comprenderse racionalmente.
Este pensamiento obsesivo no puede cambiarse a voluntad, dándose la paradoja de que la víctima incluso desconoce que lo tiene, porque cuando lo recibió estaba desmayada. ¿Se entiende cuál es el error garrafal del articulista?
Todos, en mayor o menor medida, hemos caído no una sino varias veces en la inconsciencia, que no es necesario que sea total para grabar órdenes hipnóticas, como ya señalamos.
Esto significa que muestra mente está repleta de pensamientos obsesivos, que desconocemos que los tenemos y que nos impulsan a pensar en forma reiterada en algo sin que podamos realmente hacer algo al respecto, salvo acudir a la tecnología descubierta también por Hubbard para eliminar las órdenes hipnóticas que están detrás.
Recapitulando, todos los pensamientos obsesivos son engramas, es decir, órdenes hipnóticas implantadas en momentos de inconsciencia, total o parcial, y como tales solo pueden ser eliminados con la tecnología apropiada, y la voluntad aquí no sirve para nada pues la víctima desconoce que los tiene, ya que cuando los recibió su mente analítica o consciente estaba desconectada.
Lo expuesto son las explicaciones básicas del asunto y, para quienes deseen profundizarlas, al pie indicamos algunos links.
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